¿Te arriesgas?
A veces, suelo pensar que la vida se asemeja al trayecto de todos los días, a bordo de un microbús o del metro.
Es como si estuviéramos acomodados en el asiento que nos lleva a destino, observando siempre por la ventanilla, a veces clara, a veces en bruma por la niebla, a veces oscura mientras dura el túnel, otras, distorsionada por el actuar de la lluvia.
A menudo... la vida pareciera no tratarse más de "ser", sino de "llegar". A un lugar, a un destino, a una meta, importando más el "cuándo" por sobre el "cómo", el "YA" por sobre el "¿Por qué?"
Y "Así debe ser" porque "Así es el mundo y más vale acostumbrarnos si no queremos sufrir de más" pensamos, entonces respiramos hondo y continuamos el viaje.
Cerramos los ojos.
Subimos y bajamos... subimos y bajamos... una y otra vez hasta que de pronto, una mañana cualquiera, nos fijamos en nuestro perfil reflejado en nuestra acostumbrada ventanilla. (Sí, "nuestra" a fuerza de costumbre)
Ahora también hay niños afuera; sí... y quizá nos miran con la misma extrañeza que tuvimos nosotros en el ayer; pero ya no somos ellos, no... nosotros somos ahora: "aquellos de antaño" y ¿Saben qué es lo más irónico de todo?, que quizá... solo quizá, aún no estemos en "destino".
Abrimos los ojos, saturados por la abrumadora sensación de dejavú.
Asustados, como si despertáramos de un sueño, nos fijamos en la ventanilla. Aún somos nosotros, nosotros en el mismo camino de todos los días. La pregunta sería, ¿Nos quedamos?
Muchas veces nos volvemos pasajeros frecuentes en el mismo asiento, a la misma hora y en la misma línea, dejándonos llevar por el camino de lo que es "socialmente aceptable", lo que "se espera de nosotros".
Subimos y bajamos imbuidos en una perfecta y organizada rutina en pos de esa meta o destino por alcanzar. Hacemos lo que se espera y nos resignamos a pensar que la vida es así y que por tanto, como muchos otros antes de nosotros, debemos acoplarnos. Pensamos que hallaremos un espacio en el tiempo en el que podamos ser lo que queremos... sí, cuando "lleguemos"
¿Y qué sucede si no?, si un día despertamos y somos "los de antaño" con fuerza suficiente solo para sostener la rutina, cuando "lo que nos hubiera gustado" tan solo puede ser eso, un nostálgico "hubiera".
No seamos "pasajeros rutinarios", embarquémonos en la vida apostando el todo por el todo, sin miedo a errar en la ejecución del "hubiera" ahora que tenemos la fuerza para hacerlo.
Perdamos el miedo de tirar del freno y arriesgarnos a buscar nuevos caminos.
Decir: "¡Aquí me bajo!" aún cuando no sea el "paradero" esperado, puede ser el inicio de la más formidable de las historias: La tuya... hecha por entero a tu medida.
¿Te arriesgas?
♀☾ P. Alarsil ☽♀


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